¿Qué causa la anemia?
Los glóbulos rojos pueden disminuir por tres motivos fundamentales:
Porque no se produzcan suficientes, como sucede en las aplasias medulares, en la infiltración de la médula ósea por tumores, en la anemia producida por déficit de hierro, en la anemia que acompaña a muchas enfermedades crónicas como las reumáticas y en la enfermedad que se asocia a la insuficiencia renal crónica.
Porque haya un trastorno en la maduración de estos glóbulos rojos en la médula ósea donde se forman. Esto sucede en anemias asociadas a déficit de vitamina B12 o de folatos, así como en otras enfermedades hematológicas como las anemias refractarias.
Porque se destruyan o pierdan a mayor velocidad. Puede estar provocado por la pérdida aguda de sangre que se produce en las hemorragias de cualquier tipo, por la hemólisis o rotura intravascular de los glóbulos rojos de causa mecánica o autoinmune y por alteraciones de la membrana del hematíe o de la hemoglobina, muchas de ellas hereditarias.
¿Cuáles son las complicaciones de la anemia?
Cuando el grado de anemia es severo los glóbulos rojos y la hemoglobina no serán suficientes para transportar el oxígeno necesario al resto del cuerpo. Si los órganos del cuerpo no tienen suficiente oxígeno se pueden infartar.
En las mujeres embarazadas, sus bebés pueden nacer pequeños y de bajo peso.
Cuando la anemia se debe a un sangrado importante, la pérdida de sangre, si no se detiene a tiempo, puede llevar a la muerte.
¿Cómo se diagnostica la anemia?
El diagnóstico inicial es aparentemente sencillo, ya que en un análisis rutinario o por otros motivos se detecta una disminución de los niveles de hemoglobina o del número de glóbulos rojos.
Sin embargo, los análisis no sólo permiten el diagnóstico de anemia, sino que, a través del examen de una serie de características de esos hematíes, tales como su tamaño o la concentración de hemoglobina que contienen, se pueden conocer muchos datos que permiten iniciar el proceso diagnóstico del tipo de anemia de que se trate.
El estudio completo, una vez detectada la anemia, requerirá ampliar el estudio analítico, examinar una extensión de sangre periférica y, en algunos casos, realizar un aspirado o una biopsia de la médula ósea.